Te encomiendo mi día, Señor.
Comparte esta meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
CADA DÍA MERECE UNA
OPORTUNIDAD
Max Lucado
SALMO 43:5 “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y
por qué te turbas dentro de mí? Espera en DIOS; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y DIOS mío.”
Ya no cuentas con el ayer. Se
desvaneció mientras dormías. No existe. Te quedaría más fácil volver a juntar
una bocanada de humo. No puedes cambiarlo, alterarlo ni mejorarlo. Las acciones
mediocres no permiten una repetición de la jugada. La arena del reloj no se
desliza hacia arriba. La segunda mano del reloj se niega a ir en sentido
contrario. El calendario mensual se lee de izquierda a derecha, no de derecha a
izquierda. Ayer ya pasó.
Todavía no tienes el mañana. A no
ser que aceleres la órbita de la tierra o convenzas al sol de salir dos veces
antes de ponerse una vez, no puedes vivir mañana, hoy. No puedes gastar el
dinero de mañana, celebrar los logros de mañana ni resolver los acertijos de
mañana.
Únicamente tienes hoy. Este es el
día que ha hecho el Señor. Vívelo. Debes estar presente en él para ganar. No te
agobies hoy con los pesares de ayer ni lo agries con los problemas de mañana.
¿Acaso no tendemos a hacer justamente eso?
Le hacemos a nuestro día lo que yo
hice una vez que salí a montar una bicicleta. Mi amigo y yo emprendimos una
excursión larga en el campo. A contados minutos de iniciar el viaje empecé a
cansarme. A la media hora mis muslos estaban adoloridos y mis pulmones parecían
los de una ballena desorientada en la playa. Apenas podía impulsar los pedales.
Aunque no soy un contendor en el
Tour de Francia tampoco soy un novato, pero ese día me sentí como uno. Después
de cuarenta y cinco minutos tuve que bajarme de la bicicleta y recuperar el
aliento. Ahí fue cuando mi compañero se dio cuenta del problema. ¡Los frenos
estaban rozando con mi rueda trasera! El agarre del caucho contrarrestaba cada
pedaleo, y el recorrido estaba destinado a ser espinoso.
¿No hacemos muchas veces lo mismo?
La culpa ejerce presión por un lado. El pavor se encarga del otro. Con razón
vivimos tan cansados. Saboteamos nuestro día, lo programamos para el desastre
acarreando los problemas de ayer y asumiendo las luchas de mañana:
remordimiento por el pasado y ansiedad por el futuro. No le estamos dando un
chance al día.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Esta es mi propuesta: Consultemos a DIOS. El Anciano de días tiene algo que
decir sobre nuestros días. Aunque no emplea el término día con mucha frecuencia
en las Escrituras, las contadas veces que lo usa nos proveen una fórmula
estupenda para optimizar con excelencia el manejo de cada uno de nuestros días:
- Satura
tu día en Su gracia.«Entonces Jesús le dijo: De
cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23.43).
- Encomienda
tu día a Su cuidado.«El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy» (Lucas 11.3).
- Acepta
Su dirección. «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas
9.23).
No
trates de abarcar con tus brazos alrededor de un año, ni siquiera de una
semana. En vez de eso di: “He aquí
un nuevo día. Señor, ayúdame a vivirlo para Tí. Dame ahora sólo la ayuda y la fortaleza
que necesito.”
ORACIÓN: Padre Celestial, gracias por el nuevo día que
me das y ayúdame a vivirlo sólo para Ti, Señor. Dame la ayuda, bendición y
fortaleza que necesito y que todo lo que haga sea de Tu agrado. Sé Tú mi guía. En
el nombre de Cristo, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario