Ser digno de respeto.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
RESPETO
PROVERBIOS 20:6 “Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede
hallar a alguien digno de confianza?”
Hace algunos años, un padre muy sabio
le dijo a su hijo: "Hijo, espero de todo corazón que me ames, pero eso es
algo que dejo a tu criterio. Por otro lado, tengo algo para decirte en cuanto a
respetarme. Toda mi vida traté de ser un hombre digno de tu respeto. Si no lo
he logrado, me sentiré un fracaso. Hijo, quiero que me respetes". Con esa
clase de actitud de parte del padre, no es ninguna sorpresa que el hijo le
diera el respeto que merecía.
Hace poco, un periodista escribió en un
artículo cómo ha cambiado el significado de la palabra 'respeto'. Dijo que
actualmente, cada vez que alguien dice algo no muy agradable acerca de otra
persona, se le acusa de no tener respeto por esa persona. Él concluye su
artículo diciendo: "... nos hemos olvidado que el elemento esencial del respeto
es que es algo que debe ser ganado, y no demandado".
Haciendo referencia a ese artículo,
otro autor escribió: "Hoy en día, quienes más insisten en demandar respeto
son a menudo los que menos lo merecen". A los ciudadanos de la mayoría de
nuestros países se nos garantiza "la vida, la libertad, y la búsqueda de
la felicidad". En ninguna parte de la lista de nuestros derechos
encontramos la palabra "respeto". Y tampoco es necesario que diga que
muchas de las grandes personas de la historia (grandes porque lograron tener
una gran fortuna, poder o fama) han demostrado no ser dignas de respeto.
En contraste con éllos, y con toda la
humanidad, tenemos al Salvador. Desde el pesebre de Belén hasta la tumba
prestada de las afueras de Jerusalén, Jesucristo demostró ser digno de todo
respeto. Cuando Sus enemigos no sabían de qué acusarlo, dijeron que "comía
con pecadores". El Procurador romano que presidió en su juicio varias
veces admitió que no podía encontrar falla o culpa alguna en ÉL.
Esto es algo que nunca podría ser dicho
de ninguno de nosotros... porque nosotros somos pecadores, y Jesús no lo fue.
Jesús, el Hijo sin pecado de DIOS, tenía que ser perfecto para cumplir la Ley
de DIOS al pie de la letra, resistir las tentaciones, y vencer al enemigo mayor
y final: la muerte. Su resurrección al tercer día muestra que Jesús triunfó al
tomar nuestro lugar.
Por todo lo
que El hizo no sólo merece nuestro respeto, sino que también tiene derecho a
demandarlo.
ORACIÓN: Padre Celestial,
gracias por enviar a tu Hijo al mundo. No sólo es un ejemplo digno de respeto,
sino que también es nuestro Salvador. Ayúdame para que le rinda el honor que Su
vida, muerte y resurrección merecen. En Su nombre bendito te lo pido. Amén.
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