Pidamos al DIOS de
toda consolación que nos capacite para consolar.
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meditación.
Bendiciones,
Enio,
Meditación Diaria
¿CONSUELAS AL QUE SUFRE?
2a CORINTIOS 1:3-4 “Bendito sea el DIOS y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, Padre de misericordias y DIOS de toda consolación, el cual
nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros
consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación
con que nosotros somos consolados por DIOS.”
De todos es conocida la historia de Job, sus
aflicciones, sus sufrimientos, la desgracia tan grande que cayó sobre su vida.
En un período de varias semanas Job perdió todas sus propiedades, murieron
todos sus hijos, y hasta perdió su salud, pues fue infectado con “una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla
de la cabeza”. Y en medio de su dolor y de su angustia, hasta su propia
esposa llegó a decirle: “Maldice a DIOS, y muérete.”.
Ésto
llegó a oídos de tres amigos de Job, los cuales se llegaron a visitarlo. Dice
el versículo 11 del capítulo 2: “Y tres amigos de Job,
Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este
mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían
convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle.”
Sin
embargo, estos tres amigos comenzaron a recriminar a Job, prácticamente
culpándolo de todo el mal que había caído sobre él, el cual según ellos era
producto de su pecado.
El
pasaje de Job 13:1-13 nos habla de la reacción de Job ante esta actitud tan
negativa de parte de sus amigos. Aquí les dice: “Porque
ustedes son unos incriminadores; ¡como médicos no valen nada!”
El escritor Joe Bayly, quien sufrió la pérdida de
tres de sus hijos, describió dos ejemplos de consuelo que recibió en su
profundo dolor:
“Una persona vino y me habló de cómo DIOS trata con la gente, de por
qué sucedió, de la esperanza que hay más allá de la tumba. Habló constantemente
y dijo cosas que yo sabía eran verdad, pero no me conmovió, al contrario
deseaba que se fuera".
"Otra persona vino y se sentó junto a mí. No habló, no hizo
preguntas, simplemente se sentó a mi lado durante más de una hora. Me escuchaba cuando yo decía algo, contestaba
brevemente; finalmente oró con sencillez, me abrazó cariñosamente y se fue. Eso
sí me conmovió. Sentí consuelo en medio de mi dolor. No quería que se fuera.”
Job
experimentó emociones similares. En su aflicción, él también hubiese preferido
silencio de parte de sus amigos. Por éso les dijo:“¡Si
tan sólo se callaran la boca! Éso, en ustedes, ¡ya sería sabiduría!”
Seamos
sabios al consolar a aquellos que están pasando por momentos de sufrimiento en
sus vidas. En ocasiones, unas palabras de aliento pueden ser de bendición para éllos;
en otras ocasiones es preferible callar y simplemente mostrarles nuestro apoyo
y nuestro amor.
Pidamos al DIOS de toda consolación
que nos capacite para consolar, y Su Santo Espíritu, el Consolador, nos moverá
a hacer exactamente lo que esa persona necesita en ese momento.
OREMOS: Padre de amor y de misericordia, DIOS de toda consolación,
hazme un instrumento tuyo para llevar a aquellos que sufren el aliento y el
consuelo que sólo Tú puedes dar. En el nombre de Jesús, Amén.
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