El Señor nos llama a perdonar porque, al no
hacerlo, somos nosotros mismos los más perjudicados.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
PERDONAR Y LIBERAR
Renuevo de Plenitud
MATEO
18:21-22 “Entonces
se le acercó Pedro y le dijo:
—Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi
hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Jesús
le dijo: —No te digo hasta siete,
sino aún hasta setenta veces siete.“
“El perdón es algo curioso; calienta el
corazón y enfría la picadura”.
Sé que todos hemos leído un millón de
artículos sobre el perdón y escuchado mil charlas sobre el tema. Pero, de todas
maneras, es muy difícil de practicar. El perdón no nos viene fácil a la mayoría
de nosotros.
Cada vez que alguien nos lastima,
quedamos con un sentimiento de herida, ira y venganza. Nos es muy difícil pasar
por alto la herida que alguien nos ha infligido. Pero el perdón no es olvido,
es simplemente soltar la herida. No es algo que damos a otros sino a nosotros
mismos.
La herida y dolor que alguien nos
causa, pudieran ser siempre parte de nuestra vida, pero el perdón nos ayuda a
soltar su agarre para que podamos seguir adelante.
Y en cuanto a quién perdonar,
comencemos con un amigo que nos ha lastimado mucho, y el extraño que nos pisó
el callo en un bus, y luego a aquellos entre esos dos extremos.
Perdonarnos a nosotros mismos es
también importante. Y perdonemos rápido ya que entre más tiempo tomamos y más
lo pensamos, podríamos nunca estar listos para hacerlo. Así que hagámoslo tan
pronto como podamos porque aunque no cambie el pasado, definitivamente cambiará
el futuro.
Y
recordemos: “No perdonar es como ingerir raticida y entonces esperar que la
rata muera”.
Priya
Agarwa, copyright 2012
Fuente:
http://www.motivateus.com/
Si bien no tengo manera de saber si el
autor del pensamiento de hoy tiene trasfondo cristiano, me encanta la manera
cómo enfoca la naturaleza e impacto del perdón.
Hoy día, algunos sectores del
cristianismo han mistificado al perdón, convirtiéndolo en “atadura” para quienes nos han ofendido y a quienes no
hemos perdonado.
Sin embargo, estoy convencido de que la razón por la que el
Señor nos llama a perdonar es precisamente porque, al no hacerlo, somos
nosotros mismos los más perjudicados. Y en ésto, aún la ciencia confirma el
impacto sobre nuestros cuerpos de la amargura resultante del no perdonar.
Así que,
vivamos la vida abundante que DIOS nos ofrece dando el indispensable primer
paso: perdonando a quienes nos ofenden. Adelante y que el Señor les continúe
bendiciendo.
Raúl
Irigoyen
El
Pensamiento Del Capellán.
OREMOS: Padre Celestial ayúdame a
perdonar
a los que me han ofendido.
Te lo pido en el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, amén.
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