sábado, 7 de abril de 2018

DULCE Y AMARGO

¡DIOS ES BUENO!
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
DULCE Y AMARGO
Nuestro Pan Diario
**Leer Salmos 119:65-72
SALMOS 119:68 “Bueno eres tú, y bienhechor;
enséñame tus estatutos.”
A algunos les gusta el chocolate amargo, y otros prefieren el dulce. A los antiguos mayas, en América Central, les encantaba beber chocolate, y le agregaban chile (ají), para darle más sabor. Les gustaba esta «agua amarga», como la llamaban. Muchos años después, se llevó a España, pero los españoles preferían el chocolate dulce. Entonces, le agregaron azúcar y miel para contrarrestar el sabor amargo natural.
Como el chocolate, los días pueden ser amargos o dulces. Un monje francés, del siglo xvii, llamado Hermano Lorenzo, escribió: «Si supiéramos cuánto nos ama [DIOS], estaríamos siempre dispuestos a recibir igualmente […] de su mano lo dulce y lo amargo».
¿Aceptar igual lo dulce y lo amargo? ¡Qué difícil! ¿De qué habla? La clave está en el carácter de DIOS. El salmista dijo: «Bueno eres tú, y bienhechor» (Salmo 119:68).
Los mayas también valoraban el chocolate amargo por sus propiedades medicinales y curativas. Los días amargos también tienen su valor. Nos revelan nuestras debilidades y ayudan a depender más de DIOS. Como escribió el salmista: «Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos» (v. 71). Seguros de la bondad de DIOS, abracemos hoy la vida, y digamos: «Bien has hecho con tu siervo, oh Señor, conforme a tu palabra» (v. 65). — Keila Ochoa
OREMOS: Señor, ayúdame a ver Tu bondad en las dificultades.
En el Nombre de Cristo, amén.
**Leer Salmos 119:65-72
Bien has hecho con tu siervo, Jehová, conforme a tu palabra. Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; pero ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; ¡enséñame tus estatutos! Contra mí forjaron mentira los soberbios, pero yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu Ley me he regocijado. Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la Ley de tu boca que millares de oro y plata.
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