El Padre se deleita en darles la
vista a aquellos que se lo piden.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
EL RUEGO DE UN CIEGO
Nuestro Pan Diario
**Leer Lucas
18:35-43
LUCAS 18:38 “… ¡JESÚS, Hijo de
David, ten misericordia de mí!”
Hace unos
años, un compañero de viaje observó que me costaba ver objetos a la distancia.
Lo que hizo fue sencillo pero revelador. Se sacó los anteojos y me dijo: «Prueba con ésto». Cuando me los puse, me
sorprendió que se me aclarara la visión. Al tiempo, fui a un oculista que me
recetó anteojos.
La lectura de
hoy presenta a un hombre que no podía ver. Vivir en completa oscuridad lo había
obligado a mendigar. Sin embargo, había escuchado sobre JESÚS, el conocido
maestro y hacedor de milagros. Así que, cuando el itinerario de viaje de JESÚS
lo llevó donde estaba sentado aquel ciego, este se llenó de esperanza. Le dijo:
«¡JESÚS, Hijo de David, ten misericordia de mí!» (v.
38). Aunque no podía ver físicamente, tenía una perspectiva espiritual de la
verdadera identidad de JESÚS. Impulsado por su fe, «clamaba
mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!» (v. 39). ¿Cuál fue
el resultado? Su ceguera fue resuelta, y él bendijo a DIOS porque podía ver (v.
43).
En momentos de
oscuridad, ¿a quién o a qué recurres? Las recetas de anteojos ayudan a mejorar
la visión, pero es el toque misericordioso de JESÚS, el Hijo de DIOS, lo que
lleva a las personas de la oscuridad
espiritual a la luz. — Arthur Jackson
OREMOS: Padre, abre los ojos de mi
corazón para ver claramente
Quién es JESÚS. En SU Nombre, amén.
**Leer Lucas
18:35-43 (DHH)
JESÚS sana a
un ciego en Jericó
35 Cuando ya se encontraba JESÚS cerca de
Jericó, un ciego que estaba sentado junto al camino pidiendo limosna, 36al oír que pasaba mucha gente, preguntó
qué sucedía. 37 Le dijeron que JESÚS de Nazaret pasaba por allí, 38y él gritó: — ¡JESÚS, Hijo de David, ten
compasión de mí!
39 Los que iban delante lo reprendían para
que se callara, pero él gritaba más todavía: — ¡Hijo de David, ten compasión de
mí!
4O JESÚS se detuvo y mandó que se lo
trajeran. Cuando lo tuvo cerca, le preguntó: 41 — ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego contestó: —Señor, quiero recobrar la
vista.
42 JESÚS le dijo: — ¡Recóbrala! Por tu fe
has sido sanado.
43 En aquel mismo momento el ciego recobró
la vista, y siguió a JESÚS alabando a Dios. Y toda la gente que vio esto,
también alababa a Dios.
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