miércoles, 23 de enero de 2008

SOBRE LA AVARICIA...


Sobre la avaricia...
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Bendiciones,
Enio


Meditación Diaria
por Richard M. Publiese

AVARICIA

PROVERBIOS 23:6 No comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares;

Aunque cueste creerlo, es posible que alguien extremadamente rico sea un avaro. Generalmente pensamos que un avaro es aquel que es pobre y que debe cuidar lo poco que tiene. Así como existe el orgullo de la pobreza, también existe la avaricia del que tiene bienes y riquezas.

Se dice que uno de los hombres más ricos del mundo murió encerrado en una pieza sucia y mal oliente. Por toda su mansión había teléfonos, que para utilizarlos habia que pagar la llamada previamente. Parece increible pero fue real. La avaricia no depende de lo mucho o poco que tengamos sino de la actitud del corazón.

Como dijimos anteriormente, no hace falta ser un millonario para ser avaro. Los cristianos, tengamos mucho o poco, debemos caracterizarnos por dar. El polo opuesto de la avaricia es el dar. El avaro retiene y no le da a Dios lo que le corresponde, en cambio el desobediente retiene más de lo debido y vive en pobreza espiritual. Alguien dijo una vez que en la tierra existe gente tan pobre que lo único que tienen es dinero.

Lamentablemente existen algunos que se dicen cristianos pero son amantes de la avaricia. Se enojan con los pastores y maestros de las iglesias cuando les enseñan a honrar a Dios con sus diezmos y ofrendas. El avaro piensa que cuanto más retiene más tiene, en cambio el concepto de Dios para sus hijos es que cuanto más doy más recibo en forma multiplicada. Por cierto, ésto no es matemáticas terrenales sino celestiales.

Cuando un cristiano vive cada día una vida sometida al señorío de Cristo, la avaricia se esfuma rápidamente, pues cuando Cristo es Señor, fluye en esa persona un espíritu dador y que da con alegría. ¿Eres un avaro retenedor o un fiel dador que glorifica a Dios?

CONFESION DE FE:
RECHAZO LA AVARICIA DE MI VIDA SIENDO UN FIEL DADOR.

ORACION:
Señor, quiebra en mí todo espíritu avaro y retenedor que sólo me hace perder el poder espiritual de dar con alegría. Haz de mi un cristiano dador. En nombre de Cristo. Amén.

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