Pónlo a los pies del Señor…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
RESENTIMIENTO
EFESIOS 4:31 “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma
de malicia.”
Vivimos en un mundo muy convulsionado
donde la gente se muestra cada vez más ansiosa e irritada. Con frecuencia se
originan discusiones en la calle entre los choferes de autos, ya sea porque uno
va muy despacio, o porque va muy rápido, o porque se tardó en moverse varios
segundos más de lo que supuestamente debía después que la luz del semáforo
cambió a verde. A veces estas discusiones han terminado en peleas, en algunos
casos fatales, por la manifestación de una ira acumulada que encuentra la
manera de manifestarse en estos incidentes.
Lo peor de todo ésto es que a veces
puedes llegar a tu hogar pensando encontrar un lugar de refugio, pero te das
cuenta que allí también se originan las mismas o peores fricciones. Por todos
lados vemos personas enojadas, actuando con ira, maldiciendo. Generalmente se
culpa al "estrés" o presiones externas como la causa de estas
situaciones; sin embargo el problema hay que buscarlo en el interior del ser
humano, allí donde la ira se ha ido acumulando, creando raíces de amargura que
afectan el comportamiento del individuo y de aquellos que le rodean.
La Biblia nos alerta acerca de ésto en
Hebreos 12:15: “Asegúrense de que nadie deje de
alcanzar la gracia de DIOS; de que ninguna raíz amarga brote y cause
dificultades y corrompa a muchos". No solamente la amargura afecta nuestro estado de ánimo, sino
también nuestra relación con DIOS. Es un estorbo en nuestra vida espiritual,
creando obstáculos que nos impiden alcanzar la gracia de DIOS y disfrutar de
sus bendiciones. Y el resultado se refleja en nuestra relación con los demás
pues, como dice este pasaje, la amargura contamina.
Pero… ¿qué podemos hacer? Habrá
momentos en que podamos sentir ira, ¿cierto? Sí, es cierto, pero no debemos
permitir que la ira se acumule en nuestros corazones al punto que surjan raíces
de amargura. La Biblia dice en Efesios 4:26-27: "«Si
se enojan, no pequen.»
No dejen que el sol se ponga estando aún enojados,
ni den cabida al diablo."
Es muy importante que eliminemos de
nosotros, lo más pronto posible, la ira que en un momento determinado hemos
sentido antes de que el diablo pueda aprovecharse de nuestro estado de ánimo. ¿Sientes
que te irritas con mucha facilidad? Si algo no te sale como pensabas, ¿te
molestas al punto de llenarte de ira, y hasta proferir palabras que no glorifican
a DIOS?
Cuando el congestionado tráfico no
permite que avances con rapidez y necesitas llegar a tu destino a una cierta
hora, ¿te llenas de ansiedad y sientes coraje en tu corazón? Al recordar una
ofensa o el daño que alguien te hizo en el pasado ¿te inunda un gran rencor y
entran en ti deseos de venganza?
Si tu respuesta es “sí” a una o más de
estas preguntas, es muy probable que en tu corazón haya brotado alguna raíz de
amargura que esté impidiendo que la gracia y la paz del Señor se manifiesten en
tu vida.
Acércate al trono de la gracia de DIOS,
y deposita ante ÉL toda amargura o resentimiento que están contaminando tu
alma, y pide al Señor que Te llene de Su paz inefable.
ORACIÓN: Padre
Santo, arranca de mí toda raíz de amargura que esté afectando mi relación Contigo,
y que tu Santo Espíritu llene mi corazón de Tu amor, de Tu gozo, de Tu paz y
perdón. En
el nombre de Jesús. Amén.
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