Poner en
práctica las enseñanzas de Jesús
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿PUEDES QUEDARTE
CALLAD@?
PROVERBIOS
19:11 “La cordura del hombre detiene su
furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.”
Callar no es precisamente una cualidad intrínseca
del ser humano. Desde muy pequeños, los niños muestran una marcada tendencia a
tratar de captar la atención de los demás ya sea llorando, o gritando o, cuando
aprenden a pronunciar palabras, hablando sin cesar. Cuando somos adultos, ya no
lloramos o gritamos como los pequeños, sin embargo todavía nos resulta difícil
callarnos, sobre todo cuando nos insultan o nos acusan injustamente.
En
Mateo 12:34, Jesús les dice a un grupo de judíos: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar
lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.”
Ciertamente un corazón lleno de ira y amargura producirá palabras que no
glorificarán el nombre de DIOS. Por eso, en su carta a los efesios, el apóstol
Pablo les dice: “Quítense
de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
como DIOS también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios
4:31-32). Pablo nos advierte que debemos despojarnos de “toda amargura”, pues
hay un peligro muy grande en permitir que ésta se acumule en el corazón y eche
raíces. De igual manera debemos librarnos de enojo, ira, gritería y
maledicencia, ya que nada de esto proviene de DIOS.
En
la corte judicial de un pequeño pueblo había un abogado que solía hacer
comentarios despectivos y usaba en ocasiones lenguaje provocativo dirigido al
juez en funciones de dicho tribunal. En lugar de tomar medidas enérgicas contra
el abogado y mandarle a callar, el juez sonreía y se quedaba callado. La gente
se preguntaba cómo podía ser tan paciente.
En
una ocasión, durante una cena, alguien le preguntó al juez: -“¿Por qué usted no
hace algo respecto a ese insolente abogado?”- El juez puso su tenedor en el
plato, y con una leve sonrisa contestó: -“Tengo una vecina que tiene un perro.
Siempre que hay luna llena, el perro ladra sin cesar toda la noche.”-. Luego, el juez reanudó su comida
tranquilamente. Una persona le preguntó: -“Pero señor juez, ¿qué tiene que ver
eso del perro y la luna con ese abogado?”-
El contestó: -“Pues que la luna simplemente ¡sigue brillando!”- Y es que
la forma en que reaccionamos ante una ofensa, habla mucho más de nosotros
mismos que del propio ofensor.
Los
sacerdotes judíos insultaron y acusaron a Jesús. ÉL simplemente calló. Y su
gloria siguió brillando y seguirá alumbrando por la eternidad. Debemos aprender
a callar en lugar de hablar algo ofensivo. Y si es absolutamente necesario que
hablemos en nuestra defensa, debemos hacerlo con mansedumbre, controlando las
emociones y recordando que “la blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace
subir el furor.” (Proverbios 15:1).
En
este mundo podríamos evitar muchos problemas si aprendiéramos a hablar con
suavidad, y a callarnos cuando no tuviéramos algo bueno que decir del otro. Cuando
se nos hace daño, queremos que alguien en algún lugar, arregle las cosas. Con
frecuencia pensamos que eso significa “nosotros”… pero estamos equivocados.
Conocemos
que Jesús sufrió un trato espantosamente duro, injusto, despiadado, además de
un juicio falaz y mentiroso. No obstante ello, guardó silencio. La Biblia está
llena de enseñanzas como éstas; ponerlas o no en práctica es precisamente lo
que nos hace diferentes.
ORACIÓN: Padre Santo,
te ruego llenes mi corazón de Tu amor y de Tu paz, de manera que siempre que yo
hable lo haga con palabras que edifiquen y no ofendan aún en momentos en que me
han herido u ofendido de alguna manera. Y dame la fuerza para permanecer
callad@ cuando sea prudente hacerlo. En el nombre de Jesús, amén.
LECTURA BIBLICA: Marcos
15:1-5
En este pasaje, Pilato
se maravilló cuando Jesús permaneció callado ante las acusaciones de que era
objeto por parte de los sacerdotes judíos. Seguir el ejemplo de Jesús no es
nada fácil, sin embargo la Biblia nos exhorta a mantener una actitud prudente
en situaciones en las que nuestra naturaleza carnal nos impulsa a defendernos
de acusaciones falsas o de alguna calumnia de la que hemos sido victimas.
“1 Tan pronto como amaneció, los jefes de
los sacerdotes, con los ancianos, los maestros de la ley y el Consejo en pleno,
llegaron a una decisión.
Ataron a Jesús, se lo
llevaron y se lo entregaron a Pilato.
2 ¿Eres tú el rey de los judíos? —le
preguntó Pilato. —Tú mismo lo dices —respondió.
3 Los jefes de los sacerdotes se pusieron a
acusarlo de muchas cosas. 4 ¿No vas a contestar? —le preguntó de
nuevo Pilato—. Mira de cuántas cosas te están acusando. 5 Pero Jesús ni aún con
eso contestó nada, de modo que Pilato se quedó asombrado.”
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