jueves, 17 de julio de 2014

"ANTES DE QUE ME LLAMEN RESPONDERÉ"

DIOS responde…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
ISAÍAS 65 2a "ANTES DE QUE ME LLAMEN RESPONDERÉ"
Esta es una historia escrita por un médico que trabajó en África.
Una noche trabajé duro para ayudar a una madre en la sala de parto; pero a pesar de todo ella murió, dejándonos con un diminuto bebé prematuro y una hija de dos años que lloraba. Como no teníamos incubadora tuvimos dificultad para mantener al bebé vivo; y tampoco había alimentación especial ni instalaciones para almacenarlos.
Aunque vivíamos sobre la línea ecuatorial, a menudo habían noches eran con traicioneras corrientes de aire fríos.
Una comadrona estudiante me alcanzó la caja que teníamos para esos bebés y colocó el algodón y una sabana limpia  para envolver al bebé.
Otro fue a avivar el fuego y llenar una botella con agua caliente. Volvió en forma apresurada para decirme que cuando élla inició el llenand ode la botella, ésta había estallado. ¡Y era nuestra última botella de agua caliente! exclamó.
Como en todas partes, no es bueno llorar sobre la leche derramada, en África Central tampoco es bueno llorar por la explosión de botellas. El problema estaba que en esos lugares no hay farmacias en los caminos forestales. 
Así que ordené que con toda las seguridades del caso pusiesen al bebé tan cerca del fuego, y que una enfermera tenía que dormir entre el bebé y la puerta para mantenerlo libre de corrientes y mantener al bebé caliente.
Al mediodía siguiente, como lo hacía casi todos los días, fui a orar al templo con algunos de los niños del orfanato que decidieron reunirse conmigo. A los jóvenes ahí presentes, les sugerí algunos nombres para que consideraran en sus oraciones y les hablé de la bebita. Les expliqué nuestro problema de mantener al bebé caliente, mencionando la botella de agua caliente, y que el bebé podría morir tan fácilmente si tenía escalofríos. También les dije de la hermanita de dos años, que lloraba porque su madre había muerto.
Durante el tiempo de oración, Ruth comenzó a clamar a DIOS para que proteja  a los niños africanos. Ella dijo: "Por favor, DIOS, envíanos una botella para agua caliente ya que el bebé la necesita urgentemente. El bebé puede morir Señor, así que por favor envíanos la botella esta misma tarde." También añadió en forma audaz que por favor enviara una muñeca para la niña de 2 años "porque nosotros sabemos que Tú realmente nos amas".
Una vez que terminó de orar pensé. "¿Puedo honestamente decir Amén?", ya que no creía que DIOS podría hacer ésto. La Biblia dice que DIOS puede hacer todo que para ÉL no hay límites, ¿verdad? La única forma como DIOS podía contestar a esta oración sería enviándonos lo solicitado. Hasta ese momento yo estaba viviendo en el África por casi cuatro años y nunca, nunca, había recibido una encomienda enviada por algún amigo o familiar.
De todos modos, viviendo sobre la línea ecuatorial donde hace mucho calor ¿a quién se le ocurriría enviar dentro de una encomienda una botella para agua caliente?
A la mitad de la tarde, mientras estaba enseñando en la escuela de enfermeras, me avisaron que había un auto en la puerta de mi casa. Al momento que llegué a mi casa, el auto se había ido, pero en la puerta había una encomienda de unos 10 kilos. En ese momento sentí que me salían las lágrimas. No podía abrir la encomienda, sin la presencia de los niños del orfanato, especialmente con los que habíamos orado.
Así que me dirigí a ese lugar y juntos comenzamos a deshacer cuidadosamente cada nudo. Luego doblamos el papel que lo envolvía, teniendo mucho cuidado de no romperlo ya que nos podía servir. Todos estábamos muy emocionados. Unos treinta o cuarenta pares de ojitos se centraron en la caja de cartón grande.
Una vez que la abrí comencé a sacar el contenido y lo primero fueron camisetas de colores muy vistosos. Luego unas vendas para los pacientes con lepra, y los niños se comenzaron a aburrir. A continuación sacamos una caja con pasas mixtas y pasas sultanas, y unos dulces para el fin de semana.
Luego, cuando metí la mano otra vez, sentí el duro... ¿Qué podría ser? Lo agarré y lo saqué. ¡ERA UNA BOLSA DE CAUCHO PARA AGUA CALIENTE! y de una marca nueva. Entonces lloré. Yo no pedí a DIOS que lo envíe; realmente no creía que  ÉL lo podía hacer.
Ruth que estaba en la primera fila de los niños se acercó llorando, y dijo que si DIOS había enviado a la bolsa para agua caliente, ¡también debía haber enviado la muñeca para la niñita de 2 años!
HURGANDO HASTA EL FONDO DE LA CAJA, SACÓ UNA MUÑECA PEQUEÑA, ELEGANTEMENTE VESTIDA. SUS OJOS BRILLARON. ¡ELLA NUNCA HABÍA DUDADO!
Mirándome, preguntó: "¿Puedo ir con usted y darle esta muñeca a la niña, y decirle que Jesús realmente nos ama?"… "¡Por supuesto!"- le respondí.
La encomienda había estado en camino por unos cinco meses. Fue enviada por los alumnos de mi clase de la Escuela Dominical de la Iglesia que asistía y cuyo líder había escuchado y obedecido a DIOS, haciendo que enviara una bolsa de caucho para agua caliente, incluso a ese lugar sobre la línea ecuatorial...
Una de las niñas había puesto en una muñeca para una niña africana, cinco meses antes, en respuesta a la oración de una niña de 10 años que la hizo esa mañana.
"Antes que clamen, responderé". (Isaías 65:24)
ORACIÓN: Padre Celestial. Para TI no hay nada imposible. Tú, respondes nuestras oraciones. Gracias Señor por las muestras de Tu amor. En nombre de Jesús. Amén.


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