Perdónanos Señor.
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
EL ENCUBRIMIENTO, APESTA
SALMO 32:1
“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.”
Sucedió en Liverpool, Inglaterra. El olor que salía de un basurero
desbordado se convirtió en una creciente preocupación pública. Entonces, los
obreros instalaron unos tubos de alta presión que lanzaban desodorante para
contrarrestar el mal olor. Los cañones podían rociar varios litros de perfume
por minuto, a más de 50 metros de distancia en todos los montículos de basura
podrida. Sin embargo, por más litros de desodorante que se hayan rociado para
tapar los olorosos desechos, la fragancia sólo servirá como encubrimiento temporal.
El rey David también trató de encubrir algo. Después de cometer adulterio
con Betsabé, intentó valerse del silencio, el engaño y la devoción para tapar
su fracaso moral (2a Samuel 11–12). En el Salmo 32, habla de haber
experimentado el intenso dolor y pena que sentía por haber pecado y que sentía
haberle fallado a DIOS mientras guardó silencio. Incapaz de seguir soportando
ese sentimiento, David reveló su pecado al reconocerlo, confesarlo y
arrepentirse de haberlo cometido. Ya no necesitaba encubrirlo porque el SEÑOR
lo había perdonado.
Es inútil tratar de esconder nuestro pecado. El ‘mal olor’ de la
desobediencia se filtrará a través de cualquier cosa que usemos para tratar de
encubrirlo. Reconozcamos ante DIOS la basura que hay en nuestro corazón y
experimentemos la renovadora limpieza de Su gracia y Su perdón.
Reconoce tu pecado y experimenta el gozo de la confesión.
OREMOS: 9 ‘PADRE nuestro que estás en los
cielos, Santificado sea Tu nombre. 10 Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, Así en la tierra
como en el cielo. 11 Danos hoy el pan
nuestro de cada día. 12 Y perdónanos
nuestras deudas (ofensas, pecados), como también nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores (los que nos ofenden, nos hacen mal). 13 Y no nos metas (no nos dejes caer) en
tentación, sino líbranos del mal (del maligno). Porque Tuyo es el reino y el
poder y la gloria para siempre. Amén
Mateo
6: 9-13 (Nueva
Biblia Latinoamericana de Hoy).
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