ÉL es el Único.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
EL SEÑOR MI PASTOR ¿ES ASÍ?
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SALMO 23: "El
SEÑOR es mi pastor, nada me falta. 2 Me
lleva a descansar a prados verdes, y me conduce a manantiales de agua fresca. 3 Él
renueva mi alma. Me lleva por buenos caminos para mostrarme lo bondadoso que
es. 4 Aunque
pase por caminos oscuros y tenebrosos, no tendré miedo, porque tú estás a mi
lado; tu vara y tu bastón me reconfortan.
5 Me
preparaste un banquete delante de mis enemigos; ungiste mi cabeza con aceite,
has llenado mi copa hasta rebosar. 6 Tu
bondad y tu fiel amor estarán conmigo toda la vida, y entraré a la casa del
SEÑOR para quedarme allí para siempre."
Era columnista y una persona célebre de la radio y de la televisión. Pero murió a los 52 años junto a uno de los 18 teléfonos que había en su mansión de 22 habitaciones en Manhattan. El fin vino por una mortífera combinación de píldoras y alcohol. La infelicidad era la historia de su vida.
Mientras se hacía famosa
dando atención en la prensa a las vidas y lo amores de las estrellas, anhelaba
secretamente la admiración y el afecto que éllas recibían. En más de una ocasión preguntó:
¿Por qué no puedo ser yo a quien todos adoren?
Su vida por más llena de
éxitos que pareciese estaba más caracterizada por carencias que por logros. Esto refleja la infelicidad de los
millones que nunca experimentan el consuelo descrito en el Salmo 23.
Pero personalicemos. Muchos nos
sentimos descontentos y vacíos a pesar de haber memorizado tiempo atrás este
conocido pasaje. ¿Por qué? Porque cuando decimos El SEÑOR es mi Pastor,
realmente no le dejamos que sea nuestro pastor. No le seguimos junto a las
aguas de reposo ni nos echamos en verdes pastos. Más bien ansiamos y ansiamos hasta
que nuestra alma se seca y nos alejamos de las sendas de justicia. Nos
atemorizamos ante el mal y rehusamos la protección y el aliento de Su vara y
cayado. Pone mesa delante de nosotros, pero no comemos. ¿Debe extrañarnos,
pues, que nuestra copa esté más veces vacía que rebosando? Si queremos que nos sigan el bien y
la misericordia debemos dejar que el SEÑOR sea nuestro Pastor. Cuando anhelemos
seguir al SEÑOR, no anhelaremos nada más, ¿por qué?
Porque:
- ÉL es mi provisión, mi fuente.
- En ÉL encuentro reposo, descanso.
- ÉL me pastorea: cuida, conforta, dirige, provee.
- ÉL me da fuerzas nuevas para seguir.
- Su gracia me guía en lo justo.
- En mis problemas me da seguridad. Su presencia me da ánimo y Su
aliento me renueva.
- Derrama unción del Espíritu y me da sabiduría y revelación.
- Estoy pleno y completo en ÉL. Tengo plenitud.
- Los años que vienen serán mis mejores años porque está conmigo
todos los días.
- En ÉL tengo vida eterna. Mi hogar es el cielo. “Lo mejor está por
venir”.
OREMOS: PADRE Celestial, hoy me acerco a
Tí para pedirte perdón por mis faltas y errores. Sé que no he actuado bien.
Perdóname SEÑOR. Gracias porque Tú eres mi pastor, me conoces y yo conozco Tu
voz. Gracias por las pruebas y muestras de Tu amor. En el nombre de CRISTO,
amén.
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