Venid.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
HUÉRFANOS ANTE LA PUERTA
SALMOS 34:4 “Busqué a Jehová, y El me oyó, Y me
libró de todos mis temores.”
Esta es una historia
acerca de una luna de miel desastrosa. Los recién casados arribaron al hotel a en
la madrugada con grandes expectativas. Habían reservado una gran habitación con
agregados románticos. Eso no fue lo que encontraron. Parece que la habitación
era bastante reducida. El pequeño cuarto no tenía vista, ni flores, sólo un
baño estrecho y lo peor de todo, no había cama. Sólo un sofá cama con colchón
abultado y resortes gastados. No era lo que habían esperado; y lo peor no reclamaron
y pasaron una noche pésima.
A la mañana siguiente
el novio con cuello adolorido, bajó como una tromba hasta el escritorio del
gerente y le dijo su enojo. Luego de escuchar con paciencia durante unos pocos
minutos, el empleado preguntó: -«¿Abrió la puerta que está en su habitación?»-.
El novio admitió que no.
Regresó y abrió la
puerta que había pensado era un ropero. ¡Allí, con canastas de frutas y
chocolates, se encontraba un amplio y hermoso dormitorio! Suspiró.
¿Te los imaginas de
pie ante la puerta de la habitación que habían ignorado? Ah, qué agradable
habría sido.
ü Una cómoda cama en
lugar de un abultado sofá.
ü Una ventana con marco
de cortinas en lugar de una pared en blanco.
ü Una fresca brisa en
lugar de aire viciado.
ü Un elaborado cuarto
de baño, no uno apretado.
Pero se lo perdieron.
Qué triste. Apretados, malhumorados e incómodos, siendo que sólo una puerta los
separaba de la comodidad. Se lo perdieron porque pensaron que la puerta era un
ropero. ¿Por qué no investigaron? ¿Por qué no preguntaron? No fueron curiosos.
¿Por qué aceptar la
suposición de que la puerta no llevaba a ninguna parte? Buena pregunta. No sólo
para la pareja sino para todos. No para la pareja que pensó que la habitación
era lo único que había, sino para todos los que se sienten encerrados y
apiñados ante el cuarto llamado la tierra. No es lo que habíamos esperado. Es
posible que tenga sus momentos agradables, pero simplemente no es lo que nos
parece que debería ser. Algo dentro de nosotros gime pidiendo más.
Todos sabemos qué es
una puerta y para qué sirve. Una puerta es una entrada, un portal, un modo de
acceso.
¡El Señor mismo es la
puerta! Dice: "nadie viene al Padre sino por
mí" (Juan 14:6).ÉL sólo es digno y tiene derecho a decir:"Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo".
ÉL es la entrada a la
Salvación, la Paz, la Vida Eterna, la Gloria Divina, al Hogar Celestial.
¿Y será apropiado que
ÉL sea la puerta? Sí, porque ÉL es el Único que ha muerto por nuestros pecados,
para "llevarnos a DIOS" (1a Pedro 3:18).
¡La puerta está allí!
Tienes una invitación a entrar y gozar de las todas las bendiciones que el SEÑOR
tiene para Sus hijos. ÉL dice: "Venid a
mí". ¿Entrarás ahora?
OREMOS: Gracias SEÑOR por la oportunidad que me das de
poder gozar de todas las bendiciones que Tú me puedas dar. Te invito a entrar
en mi corazón y recibirte como mi SEÑOR y SALVADOR. Gracias, SEÑOR, gracias. En
el nombre de CRISTO, amén.
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